Me gusta pensar que estás sonriendo...

sábado, 12 de febrero de 2011

A mí no me engañas


Me he sentido mil veces como el zorro de El Principito, me he dejado domesticar en demasiadas ocasiones para ver como se aleja el culpable dejándome infinitas cosas que recordar al ver el" trigo" correspondiente. Tantas cosas... y no todas agradables.
Nos ha pasado a tantos...

Pero la vida sigue y miras quieto como se alejan y,
aún cuando ya no puedes verlos, sigues mirando, esperando a que llegue otro. Siempre mirando al frente con la misma esperanza del principio, pensando que la próxima vez será diferente.
Y ves que te equivocas. Pero si recapacitas ves que siempre hay algo que se diferencia y sonríes y lloras y no sabes que hacer y te maldices a cada instante por no haber reaccionado como crees que debías, aunque luego creas que otra reacción diferente era la correcta. Y te enfadas contigo mismo, y con el otro y con cada uno de ellos.
Crees entenderlos, realmente intentas hacerlo, pero no puedes, te ves incapaz de conseguirlo, atado de pies y manos, amordazado para mas inri.
Y te prometes no volver a cometer el error de mirar al frente con la misma esperanza del principio. Pero vuelves a tropezar con la misma inmensa y pesada piedra.
Y piensas, piensas mucho, intentas recordar si en algún momento fuiste tú quien domesticó a otro, pero no, nunca, y negarías lo contrario.Porque incluso cuando crees que alguna vez pudiste ser tú te lo piensas mejor y lo niegas, te ves incapaz de haberlo hecho, y menos aún de que a alguien le pudiese importar tu partida, tú no sabes domesticar. Y te vuelves a enfadar, a indignar.
Les echas en cara su comportamiento, aún cuando eres consciente de que es peor el tuyo.

Quieres engañar al mundo asegurando que sabes lo que pasa. Pero no tienes ni la más remota idea, no sabes que hacer con las consecuencias de tus actos y tampoco sabes si quieres hacer algo, no sabes que sientes ni que quieres sentir, no sabes nada.
Y así yo tampoco puedo saber nada, absolutamente nada.
No tienes ni idea de lo que estás tejiendo con tus propias manos, no tienes ni la más mínima idea del alcance que pueden llegar tener tus palabras.

No eres consciente de lo que siento, ni quieres serlo.

Y te centras en el último riñéndole en silencio, descargando tu ira sin que se entere, como hiciste con los anteriores, con aquellos que incluso no valoraste jamás.
Siempre, SIEMPRE, te empeñarás en echarle la culpa a alguno de ellos, porque reconocer que eres el culpable, que tú eres el que debe cambiar es la cruda realidad, y como cruda que es es demasiado dura para afrontarla, y no nos gusta, a nadie.

Es mejor seguir mirando al frente con la misma esperanza del principio, pensando que la próxima vez será diferente. Por que a tu alrededor hay gente con otra suerte, y tú quieres ser uno más.



No hay comentarios:

Publicar un comentario