Hace frío.
Los dedos de mis pies parecen estar entre cubitos de hielo.
Tiemblo.
Sonrío.
Mis dientes relucen bajo las luces parpadeantes de colores y mi ojos brillan por las luces blancas, bueno, lo poco que se ve de ellos, pues el efecto de la anestésica risa los hace pequeños.
Hace años que se dejó de alimentar nuestras mentes infantiles, pero mientras yo conserve la mía estas fechas seguirán moviéndome por dentro.
El consumismo marca cada día señalado de estas semanas frías. Pero, lo siento, no hay nada que me guste más que ver a los míos disfrutar con algo que yo he buscado expresamente para ellos.
Estos días hacen que me ilusione con ver caras de agradecimiento y abrazos familiares que te quiten el frío que inunda tus huesos.
Pequeñas burbujitas,
¡Felices fiestas!
